Vivimos en esta época
que nos ha tocado vivir en la que, a falta de referentes morales o
culturales, vamos dando bandazos al compás que marcan las distintas
modas lanzadas por las muy cucas firmas comerciales y puestas en escena
por los muy cucos también iconos de nuestro tiempo. Unos y otros se
embolsan un dinero fácil de ganar porque, como borregos llevados al
matadero, gran parte de nuestra juventud prefieren ir todos igualitos,
mostrando enseñas que los identifiquen como pertenecientes a un grupo,
(aunque vayan todos de cabeza al matadero como digo) antes que ser
diferentes y por ello ser señalados por el dedo inquisidor como bichos
raros. Si ya de por si, esta forma de conducirse es peligrosa, sobre
todo porque uno no es más libre sino más esclavo ya que no es capaz de
tomar sus propias decisiones, más grave aún me parece cuando en nombre
de la solidaridad se nos impone una moda tonta y absurda que no hace más
que recoger beneficios para unos (Nike en este caso), migajas para otros
(las ONG’s) y confundir a quienes la siguen.
Las pulseritas de
silicona y de colores que tanto vemos ahora en las muñecas de
adolescentes y jóvenes, fueron una iniciativa de la Fundación Lance
Armstrong que puso en marcha hará un par de años para recaudar fondos.
Con un brazalete con la inscripción LIVESTRONG de color amarillo, quería
infundir ese espíritu que el seis veces campeón del Tour de Francia tuvo
para su carrera más importante: el cáncer. Hoy día han vendido más de
cuarenta millones de pulseras a 10 $ unidad, pero cuando llevaban
vendidas dos millones a Nike se le despertó la conciencia solidaria.
Aquel era un buen
“producto”: sencillo, barato de fabricar, de distribuir, y sobre todo
llevaba implícito el concepto de solidaridad, lo que haría que, con la
intención de ayudar a los demás se venderían como churros; quiero decir,
se apuntarían a ser solidarios. Solo era necesario encontrar un color
(que hay muchos) que se identificara con una causa solidaria (que hay
muchas), venderlas a 1 € cada una, ceder 75 céntimos de cada una a una
ONG, y por si esto no fuera suficiente que personajes tales como
Ronaldinho, Roberto Carlos o Beckan salgan por televisión luciendo en
sus muñecas las susodichas pulseritas.
Si a esto le añadimos
además, que se provee a las tiendas con cantidades insuficientes,
resulta que las ganas por ser solidario se rigen por las leyes de la
oferta y la demanda: menos oferta, sube el precio. Es entonces cuando
aparecen pulseritas de todos los colores, para todas las causas, y no
son de Nike, sino de la marca Nitefijes que ya no ceden un solo céntimo
a nadie. Para tener a nuestro alcance todo un mercado es tan sencillo
como teclear en el Google “pulseras silicona” y comprobaremos el número
de entradas que aparecen y como en cada una de ellas se ofrecen de todos
los colores, y a todos los precios, incluso con descuentos por cantidad:
están en oferta!
Lo que me cabrea del
tema no es que la gente lleve la pulserita en la muñeca, es que cuando
preguntas te digan que es por el racismo, por el tsunami, o por el
síndrome de down. Si uno quiere ser solidario, lo tiene muy fácil: se
dirige a cualquier banco y allí le dirán más de una docena de
organizaciones en las que puede ingresar de forma anónima un euro.
También Nike, tras ese ataque de solidaridad, podía haber entregado de
forma anónima un cheque a cualquier ONG. Pero no, había que hacer
publicidad y vaya follón ha montado! Lo que ha conseguido es mejorar su
imagen pública, tan deteriorada los últimos años por las acusaciones de
utilizar niños del tercer mundo en la confección de los balones de
fútbol que ruedan por este planeta, y quedar como abanderados de la
solidaridad ante millones de adolescentes y jóvenes, a la postre sus más
fieles clientes (por cierto, si de 1 € precio de venta, 75 céntimos son
par una ONG y 25 céntimos para pagar la producción y la distribución
¿cuál es la aportación de Nike a la causa solidaria?). Y ¿cuánto le ha
costado semejante campaña de imagen? Nada, ni un céntimo.
Tampoco me parece mal
que una empresa gane dinero, que es un objetivo lógico y lícito. Me
cabrea que se manipule de esta manera, no solo ya las mentalidades de
los más jóvenes, sino sus conciencias. Porque desde luego, de esta
manera, no van a saber realmente que significa solidaridad que es
sinónimo de generosidad. De esta manera, la solidaridad, quedará a
merced de una moda o de una campaña de márketing.
Josep Alías (dimehola)
Mayo de 2005.
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